Obra

Cycles of Life

Leyenda

2008
Óleo y acrílico sobre lienzo
Cortesía del artista

Artista

Por

Texto

Cycles of Life es la fusión sobrecogedora de un retrato autobiográfico y contemporáneo de infancia, impregnado de la sensibilidad de finales del siglo XIX y que invoca los ciclos familiares y los ciclos artísticos. Ante la ausencia de detalle en manos y rostros, nos encontramos con una pintura abstracta, particularmente la figura del padre que nos recuerda a una pintura de mediados del siglo XX. El retrato de James McNeill Whistler de la señorita Amy Thomas Brandon, por ejemplo, es casi por completo abstracto, salvo los delicados detalles en los rasgos de la cara del bebé, un estilo que encaja especialmente bien con los bebés y los niños, aún en su fase de esbozo, en la formulación de su identidad. Cycles de la vie rodea asimismo al niño de un vocabulario abstracto, pero elige recoger de forma precisa y fotográfica el rostro del niño y del padre. Nos encontramos aquí en un territorio diferente, históricamente podríamos pensar en Freud o en el ADN, y personalmente, y tal y como la artista lo señala,en la falta de fotografías de su infancia, pasada con una madre que sufría de pérdida de memoria. En efecto, la ausencia de la madre es aquí turbadora. Nos preguntamos quien ha hecho ese bebé, y la única respuesta es la propia artista. Suponiendo que el bebé es de Sofía, la artista ha tenido que desarrollar la siguiente generación para poder crear su historia a partir de ésta última, con ella misma en el papel del bebé, y su padre como un joven.

La importancia de las manos en el proceso de auto creación explica porque las manos aparecen tan detalladas. Para Sofía, no hay verdaderas fotos que merezcan ser tomadas, las únicas fotos posibles serían re-imaginadas. La precisión de las manos y los rostros en un mundo de casualidad y de vagas formas nebulosas no son sino tentativas de fijar una identidad y una historia que resiste no solo a la desaparición, sino también a la incertidumbre de nuestros recuerdos. Cada generación es creada de cero, pero antes se siente en la obligación de ser creada. Ruiz revisita estilos y se los apropia. En esta obra, vemos un futuro y un retorno, de la penumbra que recuerda al retrato clásico, a la búsqueda y al avance. Como un Gerhard Richter, doméstico, Ruiz explora como la fotografía y la pintura se entrelazan, y nos recuerda que si todos nosotros hemos nacido en el seno de una familia y no de otra por casualidad, nuestro trabajo consiste en dar sentido y construir nuestro destino, algo que puede parecer aleatorio e inútil. Constituir todo nuestro universo es algo pequeño y frágil. En la madre muerta de Edvard Munch, el artista hace también referencia a un episodio autobiográfico de su madre muerta durante su infancia. El rostro del niño en la pintura de Munch también encara al espectador de manera directa, suplicante, mientras que la madre esconde una mirada perdida. En el caso de Ruiz, el padre esta vestido de negro, como la muerte con su guadaña, o alguien que esta de luto,y el bebé de blanco, contrastando de manera inquietante. La curva invertida del bigote y las cejas fruncidas del padre parecen inscritas en el rostro del niño, que entiende ya que el mundo puede ser complicado. Sin embargo, al contemplar este cuadro, se nos recuerda que dentro de la dificultad, de la búsqueda, de la lucha, el mundo puede ser también muy hermoso.

 

Traducido del francés por Andrea Rodriguez